miércoles, 22 de diciembre de 2010

¿Dulce Navidad?

Si no fuera por: los villancicos (me gustaría ahogar los peces en el rio y al que canta), los tipos disfrazados de Papá Noel tocando una campana (que dan miedo), las barbas postizas de los Reyes Magos (que dan pavor), los mantecados, los polvorones (que quedan incrustados en la barriga de por vida), las zambombas (¿es eso un instrumento musical?), la gente borracha que te chilla al oído, los matasuegras, las copas de cava caliente, el tener que estar alegre por cojones, el chifle de las cornetas de plastico que te dejan sordo, los petardos, Raphael en la tele, las cenas sin piedad, el turrón blando, el turrón duro, los vestidos de noche espantosos, los buenos deseos para el nuevo año que ni son buenos ni se piden, los pesadísimos niños de la lotería, el puto concurso de saltos de esquí de año nuevo, el confeti en las copas, la frasecita "a ver si nos toca la lotería", una comida y otra y otra y otra, los patéticos abetos de plástico que venden los chinos, el espumillón de los cristales de las ventanas (¿eso adorna?), las coronas en las puertas (que parece que anuncian un muerto), los papas noeles trepando en los balcones, las lucecitas intermitentes (algunas terrazas parecen bares de putas de los años 60), las gambas a 60 euros, reuniones de familias en las que nadie tiene nada que decir, los belenes con los lagos hechos de papel de plata de chocolatinas y bombillas envueltas en celofan de colores, la cara maquillada del Rey en la tele soltando su mismo mensaje todos los años, los calcetines que te regalan, la fina lluvia, la humedad en los huesos y en el pelo, los codazos en las tiendas, los números de lotería feos (los guapos son igual de absurdos), la poesía del niño subido a la silla (apenas se le entiende), los madrileños gritones de la Puerta del Sol (no son las doce y ya van totalmente cocidos) etc. etc.

Si no fuera por todo eso las Navidades estarían muy bien

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