Loli quiere ir a ver tiendas. A mí no me apetece.
Paseando en el bus turístico habíamos pasado varias veces por delante de un
edificio de tiendas, un centro comercial, de Alexanderplatz. Muy bonito, con
una fachada de color rojizo. Se llama Alexa y esta mañana de jueves Loli entra
en él y yo me voy a recorrer los alrededores. Estoy una hora haciendo fotos
aquí y allá. Fotografío detalles, gente. AlexanderPlatz es enorme. Tiene la
Torre de Comunicaciones, un edificio de casi 300 metros de altura al que no me
atrevo a subir por culpa de mi vértigo. Tiene la típica fuente de todas las
plazas, tiene la iglesia de San Nikolai que es la más antigua de Berlín, tiene
césped, tiendas, restaurantes, una estación de trenes, el Ayuntamiento. Por
supuesto la plaza está en obras, hay obras por toda la ciudad. Intento abarcar
y entender Alexanderplatz pero me cuesta. Investigo para saber desde dónde sale
el autobús que deberemos tomar para ir al aeropuerto. Por todo ello estoy casi
una hora. Me llama Loli. Necesita una hora más para seguir recorriendo tiendas.
De acuerdo. Yo sigo lo mío.
Alexaderplatz es más centro de Berlín que el propio centro que vendría a ser la
Puerta de Brandenburgo. Hay mucho tráfico y muchas bicicletas. Cantidad de
gente en bicicleta, incluso gente elegantemente vestida pedalea: glamour y bici
sí son compatibles. Y eso que en Berlín es difícil ir en bicicleta; en la
mayoría de calles el carril bici es una línea pintada en el suelo, los
ciclistas han de ser un poco kamikazes.
Casi sin querer entro en una de las travesías y penetro
en Hackecher, un barrio que no tenía previsto conocer. Hay un mercadillo más
que interesante y la estación de tren más antigua de la ciudad con una fachada muy
bien decorada, con azulejos ladrillo rojo. Las calles de los alrededores
prometen. Mucha gente moderna, tiendas y
calles estrechas. Llego tarde a recoger a Loli. Ella me espera con una bolsa en
el brazo. El botín de su paseo por las tiendas ha sido: unos zapatos y una
blusa. Quiere entrar en C&A que está en la misma plaza. Entramos. Tiene 4
plantas y es parecido al de Palma.
Vamos a comer a Nordsee, un self-service especializado en
pescado y marisco cercano a Alex que ya tenía fichado. Tienen una curiosa
ensalada. Curiosa porque viene servida en una fuente comestible. Es decir, te
comes la ensalada y después el recipiente. Pero se les había acabado. Comemos
salmón y otro tipo de ensalada en sus correspondientes platos cerca de la
ventana. Hay bullicio. Las camareras y la cajera chillan como locos. Sobre todo
la cajera una mujer mayor con pelo rojo y flequillo negro. Comienza a llover.
Entramos en un bar cercano a Hackcher que sirven Bubble
Tea. Consiste en un vaso en el que ponen té más un sabor a elegir (yo elijo
mango) más unas bolitas (las bubbles) también de sabor a elegir (yo elijo
fresa) todo bien removido por una máquina y servido con una pajita de diámetro
ancho. Loli pide un café con leche. El Bubble Tea está buenísimo, las bolitas
de fresa estallan la boca. Estamos un buen rato venga aspirar bubbles.
La lluvia va en aumento. Nos compramos un par de paraguas
baratos y Loli decide entrar en una peluquería pegada al Bubble Tea. La llevan
cuatro chavales ultramodernos que había podido ver en mi anterior paseo por la
zona. Estaban en la puerta sentados y charlando. Pelos de colores, sienes
rapadas, melenas superlacias, modernidad atemporal. 4 chicas y una chaval
amaneradísimo. Allí sentados yo creo que estaban posando. A Lola la atiende el
chico. Es un rubio gay con las uñas pintadas de azul. Resulta ser un crack. Al
lavar el pelo en realidad lo masajea, no emplea el cepillo para nada. Al final,
eso sí, usa la plancha. Le hace un peinado con los pelos hacia adelante. Lola
queda encantada. Precio 14 euros. Mientras esperaba me he enterado de que muy
cerca está Hakecher Hoffë: patios con comercios. Hacia él vamos.
De camino, Lola pasa por el mercadillo y se hace con un
anillo de plata, una alianza enrejada estupenda.
Hakecher Hoffë. Es un conjunto de patios llenos de tiendas y plantas. Con edificios rehabilitados alrededor de los patios que estuvieron a punto de tirarse. En los bajos están las tiendas y en los pisos vive gente: mamones que han sabido elegir. Las tiendas son sencillas y algunas están llenas de productos del nuevo diseño berlinés que no está nada mal. La lluvia arrecia y cambiamos los planes. Decidimos entrar en el museo de la RDA que anda cerca para, por lo menos, estar a cubierto y entretenidos. Busco el museo en el plano y se me acerca un vecino, un señor mayor con dificultades para caminar arrastrando el carrito de la compra. “Can I help you?” me dice. Le digo que sí y me da todo tipo de detalles sobre la situación del museo de la RDA y además una comentario sobre lo interesante que es lo que nos encontraremos allí. Le entiendo solo la mitad o menos. Eso nos ha pasado varias veces, la gente es amable y abierta en Berlín. Eso de ayudarte sin que se lo pidas parece que es muy normal entre ellos. ¿Dónde están las cabezas cuadradas teutonas, la sequedad de carácter? Una patraña interesada, creo yo que es.
El museo está lleno. Sólo cuesta 6 euros. Muestra fotos y
objetos de la vida en la RDA. Está lleno de armaritos y juegos para que la
gente toque y manipule. Me hago una foto dentro de un Trabant que tienen
expuesto. Loli también. La vida en la RDA se parece mucho a la vida que
llevábamos en España cuando en España gobernaba el azote del comunismo: Franco.
Vulgaridad, pobreza, vigilancia de todo y de todos, sospechas, seguimientos,
crueldad…
Ya no llueve.
Decidimos hacer por fin a una visita que teníamos pendiente desde el segundo
día: Suarezstrasse, la calle con nombre español del distrito de Charlottenburg
por la que pasamos durante el tour del bus turístico. Nos cuesta llegar. Un
autobús, un metro, nos pasamos una estación, volvemos atrás, preguntamos y… por
fin Suarezstarsse. Hemos llegado tarde. La calle está desierta. Las tiendas de
antigüedades que llenan la calle están cerradas. Un restaurante del centro de
la calle, lleno. Fachadas guapas y limpias, elegancia un tanto antigua. Llegamos
hasta la mitad y volvemos al hotel por la vía rápida del metro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario