Fecha: 10-09-2010 Hora: 21.00 Lugar: Teatro Principal de Palma de Mallorca Espectadores: entre 200 y 300 (pocos, me esperaba más)
Se abrió el telón. Ana Curra estaba tocando una pieza clásica en un piano de cola enorme. Digital 21 ponía un fondo ruidista, como si hubiera conectado una tormenta artificial: la antítesis de las notas pulidas de Ana. El ruido y la armonía académica. Contra lo que pudiera parecer el asunto funcionaba muy bien. Ella toca majestuosamente y él no para. El escenario: oscuro, con luces básicas de colores blanco y mangenta. Aparte del piano habia un teclado, una batería, un portátil y toda la casquería electrónica que se supone será una de las protagonistas de la noche.
El público era una mezcla de góticos no exagerados y cabezas grises. Poca gente. Sorpresa: de cada vez entiendo menos eso de las audiencias.
Cuando iban por la segunda o tercera canción Ana se dirigió al público: "Yo soy de pocas palabras, si queréis, decid algo vosotros" y alguien le gritó: "¡Tia buena!". Ella hizo como que se sonrojaba o se sonrojó de verdad, no sé. Ana tiene 52 años y, la verdad, es que se conserva muy bien.
Digital 21 es Miguel López Mora, un malagueño del 73, tímido (parece), delgado, nervioso. Lleva los costados de la cabeza rapados y una cresta como la que abundó en los primeros ochenta entre los punkis más insolentes.
Se incorporó al duo un batería y tocaron algunas piezas nuevas que se podrían calificar de electrónica industrial o electropunk. Él se retorcía con movimientos espasmódicos y ella, de pie ante el mico, fuera del piano, cantaba con una voz chillona y urgente. Sin duda Ana Curra no ha vuelto a los escenarios para pasar el rato, nada de eso, se entrega a fondo.
Y llegaron versiones de antiguos himnos. La primera: "Quiero ser santa". Legendaria. Quedó muy bien. Con una batería contundente, como envuelta en una nueva furia, más vital que entonces, con Ana en plena lucha.
Más adelante sonó "El Acto", "Autosuficiencia" y alguna que otra más. Entremedias, Ana se sentaba al piano y volvía con sus piezas clásicas aderezadas con los artefactos de su socio; el cual, además de controlar todos sus aparatos, tocó varios instrumentos en diferentes temas: guitarra electrica, ukelele y hasta un sitar. Claro, con todo eso y el ambiente de penumbra con vídeos proyectados al fondo armaron una propuesta nueva y sumamente interesante, que se hizo corta a pesar de que, en algunos momentos, Digital 21 hacía chirriar los tímpanos sin piedad.
Había que ir a ver a Ana Curra. Era casi obligartorio. Ana fue la chica milagro de Alaska y los Pegamoides y Parálisis Permanente. La única que sabía música de verdad. Me la imagino poniendo orden en los ensayos a toda aquella tropa. Que, muy punkis y siniestros y mucha pose y pelos tiesos y toda la pesca, pero, lo que se dice tocar, pues más bien poco.
Y, además de lista e instruida, congeniaba muy bien con sus colegas. Ana, estéticamente era una guapa afterpunk con un palpable toque elegante. Hoy viste de negro y lleva las sienes parcialmente afeitadas, como diciendo: "¡Eh!, que sigo ahí, no me he ido.
Están grabando un disco y lo presentaron por primera vez. No sé que opinaremos de estos temas cuando los oigamos fuera del escenario, sin verlos a ellos y sin toda la parafernalia. Aunque creo que seguirán funcionando igual de bien, por lo menos en nuestro ánimo y en nuestro recuerdo.
Acabaron con "Quiero ser tu perro", versión de la versión que hizo en su día Parálisis Permanente del "I wanna be your dog" de Iggy Pop. Y apareció Alberto García-Alix, fotógrafo, ex-pareja de Ana, y le entregó un ramo de rosas. Él tiene una exposición en Palma y aprovecharon.
Y así nos fuimos. Con un sabor punk, radical, electrónico y agradable. Con la nostalgia revisada y la noche en su punto.
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